Conservo pocas fotos de mi niñez. Unas cuantas de mi primer año de vida, unas pocas de mi paso por la escuela, alguna con mis hermanos o mis padres en la casa donde vivíamos, la típica foto en pose de la primera comunión y no mucho más. La fotografía en ese momento era un lujo que mis padres no se podían permitir.

Sin embargo en mi memoria hay muchos momentos que recuerdo con especial emoción cuando las evoco y de los que me gustaría tener una foto. No porque se trate de momentos “extraordinarios” de mi vida. Al contrario tienen que ver con situaciones cotidianas en la casa de mi infancia. Vienen a mi mente como fragmentos congelados en el tiempo y ¿qué es la fotografía sino una porción de tiempo atrapada para siempre en un soporte físico?. Regresan a mí la imagen de mis hermanos y yo jugando en la pequeña piscina que nuestro padre había construido en el fondo de la casa; la hora de la merienda cuando salíamos del agua, mi madre preparándonos la leche con cacao y galletas; el columpio que colgaba de la enorme higuera, elemento central del patio; mis hermanos jugando a las canicas; nuestros juguetes favoritos; barquitos de papel navegando en los pequeños canales que surcaban el parral y que me hacían soñar con mundos inventados; el otoño con su hojas doradas, la brisa fresca y mis vanos intentos por remontar barriletes construidos por nosotros. Son estas imágenes que guardo intactas en mi memoria las que me hacen sentir que la fotografía documental de familia es un bien precioso.

Estoy convencida que cuando invitamos a la fotógrafa o fotógrafo a zambullirse por unas horas en el interior de nuestro mundo, en nuestra casa, en nuestro espacio de ocio o de trabajo, el lugar de la cotidianidad compartida, es cuando obtenemos un recuerdo único que con el paso de los años adquirirá un valor cada vez mayor.

Mi trabajo consiste en obtener esas fotos que se convertirán en el mejor recuerdo y hacerlo de una manera relajada, sin forzar situaciones o poses, permitiendo que la conexión que existe entre los miembros de la familia fluya con naturalidad.

Te propongo que me invites a formar parte de la “aventura de tu vida”, sé que lo disfrutarás